jueves, 19 de mayo de 2011

Posada y el precio de la nostalgia Yankee

Durante la pretemporada, luego de un juego en que el catcher suplente Francisco Cervelli se fracturó el pie con un foul, Joe Girardi encaró una pregunta sobre si Jorge Posada iba a tener la posibilidad de estar detrás del plato.

El manager de los Yanquis de Nueva York respondió con una enfática negativa. Posada tendría que seguir concentrado en su nueva tarea, la de bateador designado.

Era obvio que el papel no era del agrado del puertorriqueño, pero se esforzó para guardar las apariencias y decir "lo correcto".

"Entiendo la situación. Si el equipo me quiere como bateador designado, pues tendré que ser el bateador designado", dijo Posada en marzo.

Dos meses después, en un sábado 14 de mayo, las partes tuvieron un corto circuito.

Aquel día, Posada amaneció con un promedio de .165, en ese momento el más bajo de los bateadores elegibles en todas las Grandes Ligas.

También se encontró que Girardi le había colocado como noveno al bate, la primera vez en 12 temporadas que le tocaba ser el último en el orden ofensivo.

A una hora de iniciar un juego contra Boston, Posada entró a la oficina del piloto y le pidió que lo sacara de la alineación.

El gerente general Brian Cashman salió -en pleno partido- a dar declaraciones a la prensa para indicar que Posada no estaba lesionado.

Posada tuvo que disculparse al día siguiente.

Las bromas empezaron: lo único lastimado era el ego de Posada, que devenga 13,1 millones de dólares en el último año de su contrato.

Sin duda, la reacción de Posada fue equivocada. Ningún jugador, sin importar su laureada trayectoria, tiene el derecho de desobedecer la decisión de un manager.

Pero lo ocurrido en el Bronx también destapó los manejos del equipo, torpes y carentes de tacto.

Se quiera o no, hay jugadores que se han ganado su jerarquía y eso también se debe respetar.

En el caso de Posada, se le dijo que guardara en el baúl su guante de catcher y punto.

"Así es como él opera ahora", dijo Posada muy irritado al referirse al gesto de Cashman de salir a hablar en pleno juego.

Hay que notar el matiz que le puso a la frase "ahora", una alusión a situaciones recientes en las que Cashman se enfrentó con el capitán Derek Jeter y públicamente cuestionó la contratación del relevista Rafael Soriano.

Quizás los Yanquis debieron haber consultado con los Medias Rojas de Boston, su más acérrimos rivales, sobre cómo sortear problemas con jugadores en el ocaso de sus carreras por más que Girardi salió a decir que "no existe un manual" sobre eso.

Los Medias Rojas supieron evitar los traumas en el caso de Jason Varitek, otro catcher y ni más ni menos que el popular capitán del equipo, campeón de un par de Series Mundiales.

Varitek no se quejó cuando Boston adquirió a Víctor Martínez en un canje con Cleveland en 2009.

Aceptó su papel como suplente de Martínez y tampoco hizo aspavientos cuando el puesto de titular fue asignado a Jarrod Saltalamacchia, quien batea para .221 este año.

La diferencia es que Varitek juega de receptor cada cierto tiempo, lo cual ha asumido de muy buena gana.

El resultado es que el vestuario de Boston ha sido vacunado del tipo de tensiones que sólo sirven para desestabilizar a un equipo.

Pero los Yanquis han tomado otra vía, la del conflicto.

Luego de las disculpas de Posada, siguieron trascendiendo reportes de que éste había amenazado con dejar el club. También que, si no levantaba pronto su producción, se contemplarían otras alternativas como subir de las menores a Jesús Montero.

¿Jesús Montero? ¿Perdón? El venezolano promete mucho, pero vale recordar que no deja de ser un prospecto, uno que aún no ha tomado un turno al bate en las mayores y que no pudo ganarse el puesto en el equipo grande cuando lo tenía servido en bandeja de plata en la pretemporada.

Resulta evidente que lo que está ocurriendo con Posada es una especie de ensayo para situaciones que se perfilan mucho más explosivas en el futuro inmediato.

Posada, que cumple los 40 años en agosto, no es el único "viejito" y "mito" Yanqui con un contrato enorme.

Por sus inmensos recursos, los Yanquis son un equipo que se puede dar el lujo de asimilar contratos.

Pero lo que se avecina puede ser más tumultuoso.

-Jeter cumplirá 37 años dentro de un mes. Por más que está cerca de alcanzar los 3.000 hits, el capitán y torpedero muestra claras señales de declive y le faltan dos años adicionales de contrato. ¿Se imagina cuando llegue el momento que le tengan que decir que deberá batear más abajo?

-Alex Rodríguez tiene 35 años y tiene un contrato con el cual debe devengar 24 millones de dólares por campaña hasta que cumpla los 42.

Para los Yanquis, lidiar con la nostalgia puede ser muy caro.

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